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¡El mayor logro de mi Vida!

Debo decir, con una pizca de autocomplacencia y egocentrismo, que no son pocos los grandes logros que he tenido en mi vida. Quizás insignificantes en términos mundiales o sociales, para mi han supuesto un punto de inflexión en mi crecimiento personal y/o emocional como individuo. No pienso de todas maneras explayarme aquí; primero para no caer en un acto de pedantería y segundo para no prolongar la espera de relatar esta gratificante experiencia (y tercero, quizás también, para no descubrir que muchos de esos grandes logros, si los pensara bien, serían ser burdas estupideces).

Hace semanas ya, en Indonesia, mi amiga la rata decidió roer su camino para saborear unas galletitas que se encontraban dentro de mi amada mochila. El resultado fue un círculo de unos tres centimetros, deshilachado, deforme, por el cual hasta el dia de ayer entraba polvo, suciedad, y sobresalía el tubo del snorkel.

Bueno, esto se está demorando mucho. ¡Cosí yo solito la mochila!

Uf, que tranquilidad. Ahora que expulsé catárticamente el quid de la cuestión, el elemento central del relato, puedo tomarme mi tiempo para volver al detalle de la historia. Como decía: rata, mochila, hueco, disconformidad. Así fue que me propuse solucionar el dilema por mi cuenta... pero si, claro, me tomé una prudencial cantidad de días para llevarlo a cabo. En el tiempo que transcurrió entre los delirios de topo de la rata y la costura, logré enumerar los elementos que precisaría esta intervención cuasi quirúrgica:

1- Hilo de coser.
2- Aguja.
3- Algún tipo de parche de tela negra, resistente y de tamaño mayor al agujero. Subitem: parche doble, para hacer la protección aún más fuerte.
4- Valor, temperamento, y voluntad.

El item 2 ya estaba en mis manos con anterioridad: sabiamente, ya desde la patria argenta cargaba con un minúsculo sobrecito con agujas e hilo. Este último se me acabó cosiendo la costura del dobladillo de mi pantalón para trabajar de mozo -bueno, no cosí yo, pero finalmente acabose-.

El item 3 siempre estuvo a mi alcance, pero como dicen las peliculas (leerlo con intento de voz de locutor de HBO de los ´90, o si no sale, con voz de trailer hollywoodense): "A veces lo que más quieres está mas cerca tuyo de lo que crees". El objeto en cuestión era un pantalón negro que traía desde NZ, pero que ya no usaba por ser muy caluroso y cuyos bolsillos estaban rotos. Obsoleto así, terminó siendo cantera de varias cosas que ahora poseo: un botón extra, y dos parches.

El item 1 lo adquirí mientras caminaba por callejuelas de Yogyakarta, con tres amigas españolas que conocí en aquella calurosa jornada de turismo. Pasando junto a una mercería (claro que si, ¡en Indonesia también tienen mercerías!) vi ese... mmm... ¿ovillo? ¿Como será que se le llama al revoltijo de hilos? Bueno, en fin, vi el hilo y lo compré, una ganga. Y maté dos pájaros de un tiro, compré lo que necesitaba, y quedé como un duque frente a mis nuevas amigas. Aunque a decir verdad, no creo que los duques cosan sus mochilas, por lo cual digamos que quedé como un campesino muy hacendoso y simpaticón.

Y el item 4, bueno, va y viene. Poseo las tres cualidades pero en valores variables a inconstantes, dependiendo del humor, el clima y otros elementos coyunturales.

Que suerte que ya conté de qué venía este gran logro, sino no podría haber aguantado la tensión hasta acá.

Finalmente resultó que lo que más demoró el trámite fue el último inciso; fue recién luego de la vuelta de la playa de hoy en Tonsai, que asi sin más y de la nada, resolví que la mochila, la rata, el hilo, la aguja, mis variables emocionales y yo teníamos un asunto pendiente. ¡Hoy era el día! Tomé todos los elementos, salí al balcón, y me puse manos a la obra.

Apenas unos segundos transcurrieron hasta que caí en la cuenta de que había olvidado durante todo este tiempo el item 5 en la lista: conocimiento y pericia. Mi único acercamiento teórico hacia la costura fue en alguno de mis primeros años de escuela primaria, en Plaza Huincul, pueblito en Neuquen, donde sólo recuerdo coser botones. Desde ese momento, siempre tuve al alcance de la aguja a alguien que hiciera la tarea por mi: a veces mi madre, a veces el negocio de la rusa de la calle Borges, a metros de mi departamento en Buenos Aires.

Miré alrededor, y ni mamá ni la rusa aparecían en el horizonte, así que con una eximia e inusual demostración de perseverancia, continué con la labor. Observando los elementos provistos por el kit de costura, vi que esos dos alfileres podrían ayudar a "fijar" el parche a la mochila y así facilitar el ir y venir de la aguja. Y así comencé, zas para allá, zas para acá, una y otra vez -aquí recordé a mi abuela y su dedal... 29 años me tomó reconocer la utilidad de esa gran herramienta-. El parche se iba fijando cada vez más; llegando al segundo vertice recordé subitamente, no se por que, a mi amigo Nicolás cosiendo y explicando que si hacemos esto con el hilo doble, ganamos resistencia en la costura. ¡Gracias Nico! Con mitad de la labor aún por realizar, decidí adoptar la nueva técnica, y vaya si la adopté. Segunda enhebrada -está tomó 4 minutos menos que la primera, voy tomandole la mano caramba- y allá vamos pues. Zas para allá, zas para acá, veloz como el viento, más rápido que mi propia sombra. Miro el lado interno de la mochila, y la realidad me dio un soplamocos titánico: mientras que por fuera se veía todo medianamente aceptable, por dentro había hilo por todos lados, un embrollo que no tenía ni principio ni fin, era simplemente un... ¡hilombo! (Increíble, chiste IN CRE I BLE, recién enhebrado (uffff este también está bueno eh))

Me dolía la espalda, mis dedos estaban tensos, mis ojos brillaban, mi pierna izquierda temblaba por mantener el talón levantado para sostener la mochila, y peor aún que todo esto, mi autoestima estaba por el suelo. Ya no me veía capaz de continuar, los ánimos flaqueaban, esto de coser no era para mí. ¿En qué clase de delirio místico llegué a estar? ¿Como pude pensar que yo podría coser esta mochila de mochilero que duró diez años de viajes?. Cuando creía que no tenía mas fuerzas para seguir, que la rata había al fin y al cabo salido victoriosa, y que no tenía más recuerdos de los cuales nutrir mi aprendizaje in situ, recordé a mi gran y oculto mentor, que silencioso detrás de los genes, esperó hasta último momento para salir de la oscuridad y salir en mi ayuda. Mi padre, quien lo diría, confesó hace años en algunas vacaciones veraniegas en algún lugar de la costa argentina, que el habia sabido ser un gran costurero. La gente se le rió en la cara, se le burló y lo trataron de mentiroso pues, ¿como alguien con esas manos de ingeniero podría ser buen costurero? Como en el final de Star Wars VI, cual Obi Wan, Yoda o Anakin Skywalker, la blancuzca y traslúcida imagén de mi padre se posó sobre la baranda del balcón, y comenzó a ser rodeado por otras figuras: mi madre, la rusa de la calle Borges, mi abuela, y Nico. Todos ellos, sin necesidad de palabras, me miraban y me instaban a continuar, a no abandonar mi cometido, a insistir con el item 4. 

Procurando no pensar en que estaba viendo figuras fantasmales a apenas unos metros míos, e intentando vengar a mi padre, sequé las lágrimas de mi mejilla (mirar fijo mucho tiempo al mismo lugar cansa la vista vio), redirigí la linterna de cabeza (si duro mucho contando esta historia, imaginen lo que duré cosiendo... ¡se hizo de noche!), succioné la sangre de mi pulgar sangrante, y volví a la ardua tarea de remendar mi mochila. Creo sinceramente que ni los niños malayos explotados por Kosiuko habrán alguna vez cosido tan rápida y eficientemente como yo en esta etapa. Tan fluido era mi coser, tan natural y orgánico era el movimiento de mis manos, que las polillas y moscas que volaban detuvieron su vuelo alrededor de la luz de mi cabaña para observarme; las hormigas se peleaban para caminar sobre mis brazos, sobre el parche de tela negra, para contarle a sus amiguitas que habían presenciado ese momento de cerca. Hasta incluso, está seguro no me la cree nadie, una enorme mariposa tomó su celular y se sacó una selfie conmigo de fondo. 

Para ir cerrando la historia, después de algo que pareció durar una eternidad, la costura del parche fue un éxito. Quizás a ojos de otra persona se trate de uno de los peores errores de la humadidad, pero para mi ha sido, verdaderamente, un gran cometido.





No estaría muy errado si aseverara que este, el de la costura de mi mochila, ha sido

¡El mayor logro de mi vida!


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Maldito papelito: Crónica de la última jornada mundialista

Tendido en el suelo, tirado, mirando hacia abajo, suspendido en silenciosos gritos. Así estabamos el papelito y yo. Esa imagen me viene a la cabeza hoy lunes 14 de Julio, día en que termina esta vida pero empieza la otra, la normal, donde ya no hago cálculos matemáticos de sueño para ver fútbol, donde dejo de preguntar por facebook si hay algún alma argentina en el remoto lugar donde estoy parando, donde la euforia llega a su fin.

Maldito papelito. 

Llegué a Penang, una isla en el noroeste de Malasia, un viernes a la noche, dispuesto a mudarme de ciudad si para el sábado no encontrara a un coterráneo. Hoy, 14 de Julio, día en que termina esta vida pero empieza la otra, sigo en la misma ciudad. Es que encontré una argentina, una sóla, pero suficientes, ella, yo y el papelito, para ensordecer y acallar el tímido cántico teutón. Somos mucho más que dos.

Maldito papelito. 

Eramos dos, sólo dos; ellos muchos pero pocos, demasiados e insuficientes. Repitiendose la imagen de este último mes, una vez más los europeos brillando por su ausencia aún siendo mayoría en número: alemanes, holandeses, belgas, franceses, otros. A nosotros, los latinos, nos queda siempre ser menos en cantidad pero muchos más en emoción, ruidos y pasión. No pretendo con esto ser un proselitista levantando la bandera de la "sangre latina", pero que me digan los alemanes porque apenas gritaron los goles ante Brasil -ni siquiera los primeros-, o que me expliquen los holandeses porque sólo emitían sonidos cuando el partido estaba por terminar y los tenía a ellos como triunfadores. Exitismo puro, imagen repetida. Siempre dió la sensación de que mirabamos otro fútbol, nosotros el mundial, el espectáculo deportivo mas emocionante del mundo, ellos un estadio con 22 jugadores persiguiendo a la ovalada. Que me digan, especialmente en esta última jornada mundialista, porque no entonaron una sóla canción, un sólo grito grupal, una sóla arenga al equipo, siendo casi sesenta (si, sesenta, contados uno a uno, y sólo en el bar en el que presencié esos 116 minutos de fútbol), y nosotros, apenas dos, cantando, irguiendonos ante la injusticia, ante el desborde, ante la pelota parada, ante todo. Y el papelito.

Maldito papelito. 

Hoy, 14 de Julio, día en que termina esta vida pero empieza la otra, ya no se cómo volver a esa otra vida. Me olvidé y punto. ¿Que se supone que deba hacer ahora? ¿Acostarme temprano? ¿Mirar otros deportes? Esta otredad me parece blanda, tediosa, aburrida, irrelevante, anacrónica. Vista a través del cristal de la derrota, claro; ya vendrán tiempos mejores. Pero hoy y ahora, no puedo evitar observar a la gente que me rodea, moviendose, recorriendo, charlando alegremente, y querer preguntarles la receta para vivir así, tan normal, tan simple. Algún día yo también fui así, pero hoy me siento una sombra. Es que ellos no entienden... perdimos el mundial. Bueno, ellos no, sino nosotros, los argentinos. Dignamente, ¡ojo!


Maldito papelito. 

Fue duro, durísimo, ver el partido ante tanta adversidad: la distancia, la falta de contención y afecto, el entorno apático (es que carajo, nadie en la calle parecía entender que jugábamos la final del mundo... ¡la final del mundo!). No se trata tan sólo de ser apenas nosotros, ella, yo y el papelito, sino de no tener nadie más con quien emocionarse, abrazarse, reir, gritar o llorar. Fueron los hombros y brazos de un mejicano anónimo, presente en las últimas filas del bar, los que fueron hogar itinerante de mis escasas e irreconocibles lágrimas en los primeros minutos luego del fatal Goetze. La impotencia me pudo, la tensión acumulada y la pasión que desbordaba se hicieron agua.

Maldito papelito. 

La camiseta sin lavar desde hace cuatro partidos, el calzoncillo de River Plate, las ojotas alineadas en simetría en dirección al televisor. Nuevos y antiguos amuletos de la suerte, instrumentos de superstición; vanos intentos de pensarme aunque sea un poquito importante en el resultado del partido. Y claro, el papelito, el último de ellos. Para entender el porqué de este, debo explicar algo irracional, ilógico, que hizo reir a carcajadas a la chica que me entregó ese objeto.

Desde el viernes que mi mente era un remolino de emociones, todo lo que hacía no era más que elementos dispersivos para distraerme y hacer que pasara el tiempo más velozmente. Asi llegó el domingo, y yo era un manojo de nervios y ansiedad; se me notaba, hablaba con todo el mundo, gritaba "vamos argentina carajo", me movía de acá para allá, me desplazaba y expresaba con la impronta de alguien que espera algo importante, único e irrepetible. Como en las peliculas, sentía que lo que me rodeaba iba en cámara lenta, algo borroso, inexplicable. Planeando cenar a las 21 o 22hs, me quedaba un vacío temporal y emocional hasta el comienzo del partido, a las 3am. De esta manera, ir al cine pareció una buena idea para aplacar la vorágine de delirio de la que era presa mi mente. 21.30, Transformers, casi no había más que eso: "Planet of the apes", una pelicula tailandesa y otra cantonesa. Acertadamente consideré que los robots alienígenas seguramente serían una buena distracción.

Me acerco al mostrador, y le pido una entrada para dicho film, y ella me muestra el monitor para que eligiera el asiento. Apenas unos cinco o seis recuadros estaban teñidos de rojo; los verdes, por otro lado, se esparcían ordenados, alemanes con la suplente, uno al lado del otro, de la letra "A" a la "M", del "0" al "18". Como siempre, tardé en elegir; es que se me ocurrió que tamaña decisión, a horas del partido, no podía ser tomada drastica y azarosamente. Requeriria probablemente de un estudio pormenorizado de opciones y variables, distancia, ángulo y visibilidad. Pero no, elegí ir por la cábala, por el sentido sinsentido, por algo que esquiva completa y estúpidamente a la razón. Fui por el "L10"... Lio + 10 = L10.





Estupidisimo, habrá dicho la cajera, en Tamil, Malayo o algún otro idioma. Es que ese asiento era en la segunda fila, al medio y al frente, fuerte y claro. Los robots acabaron siendo enormes, gigantes, más de lo que Michael Bay hubiera querido. Y mi cuello y espalda lo sintieron; dos horas y cuarenta y ocho minutos pareció una eternidad. Pero no importaba, L10 me demostraría a fuerza de goles y gambetas que yo había hecho lo correcto, que hasta incluso había ayudado desde mi humilde lugar, con un pequeño aporte cabulero, al glorioso triunfo argentino. Y el papelito, esa entrada de "Transformes, 21.30, L10", fue lo que sostuve en mis manos durante 131 minutos, desde el primer toque hasta el último que importó, esa zurda de Mario. Cuando la pelota tocó la red, el papelito voló al suelo. Y allí quedó, observandome, ya doblado y transpirado, pidiendo perdón. Alguien lo habrá barrido y recogido, para tirarlo en el cesto de basura junto a otros remanentes de la pasión mundialista. Allí quedará mi estúpido amuleto.

Maldito papelito.

Escribí esto de un tirón, sin relectura, sin edición. Podría contar más, de porque me acosté a las 9am, de porque a las 16.16 aún sigo en la cama, de cómo terminé muy a pesar mío volviendo sólo a la premiación, y luego a felicitar a los pocos alemanes que a 30 minutos del final del partido seguían en el bar. Pero ya no quiero, la catarsis va hasta acá. Ahora ire a caminar un rato, a almorzar, a que se me pase la bronca, a ver como la gente vive su vida normal, y quien sabe, quizás tambien, a reencontrarme con mi papelito.



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Java Central: Malang, Solo y Yogyakarta

Le estoy dando con todo al blog. ¡Eso hacen 12 horas en el aeropuerto de Jakarta!


MALANG

En fin... Steve, un CS, me dio la bienvenida en Malang, una de las ciudades mas grandes de Java, y debo decir, con una parte central dentro de todo pintoresca, en relación a los parametros del resto de los lugares que conocí en la isla. Alun Alun Malahn, la plaza central, es centro de varias actividades durante el día, mucho movimiento, con una mezquita en frente, y unas bellas calles que desembocan allí. No es lo más recomendable para quien sólo está de pasada, y por los sectores más turísticos de la zona; pero para conocer un poco más en detalle la cultura javanesa y el islam, es un buen destino para pasar una noche y así también recortar las grandes distancias que impone esta parte de Indonesia.

Tan poco turismo hay en Malang, que mientras esperaba en la plaza central a que mi anfitrión CS me pasara a buscar, un local se me acerca y me sugiere que mi amiga, con quien el creía yo me tenía que encontrar, me estaba esperando allá -me apunta con el dedo-. Al acercarme, veo que mi "amiga" no era más que otra persona de rasgos occidentales. Debe venir tan poco turista acá que al local en cuestión se le habrá ocurrido que si hay dos de ellos en la misma plaza, ¡es que deben conocerse! En esta ciudad me tocó ver el Argentina-Bélgica, en un aglomerado bar de deportes de la parte céntrica de la ciudad. Al ser Ramadan tuve que conformarme con dos cafés balineses, y no unas frescas cervezas, ideales para ver un partido a las 12 de la noche caramba!

Fue muy grata la sorpresa, eso sí, el descubrir que no iba a ver el partido sólo entre locales, sino con uno más del palo. Fernando Soler, un compinche, a quien abracé como a un gran amigo cuando lo vi, fue también testigo de ese sufrido partido. El vive en Indonesia, vino a jugar al fútbol y se quedó; resulta que fue goleador en un equipo local y es dentro de todo reconocido por la gente, quien hasta le pedía sacarse fotos con el. Y también conmigo, obvio, porque dicen por acá que tengo el abdomen del Pocho Lavezzi.


SOLO

Si bien fui a esta ciudad ya estando en Yogya -si, fui solo, pero no pienso hacer el chiste obvio, porque no, no es de mi estilo-, relato ahora así dejo lo mejor para el final. Fui por una sóla tarde desde Yogyakarta, pagando 6.000 de ida y 20.000 de vuelta, variando el precio según qué tren se tome. Será que justo fui el dia de las elecciones presidenciales y estaba casi todo cerrado -museos, el palacio, etc-, o será que la impresión que me dio esta ciudad es realmente la realidad. Una ciudad nada pintoresca, sucia, desordenada, calurosa, cuyos lugares de interés, al menos de afuera, no llaman mucho la atención.

Rescatable fue la monumental pizza y el glorioso volcán de chocolate que me comí en "O solo mio", un restaurente italiano cerca del puesto de información que obvio estaba cerrado. Tanto volcán por Java, que me dije tenía que morfarme uno. Rescatable también es que justo en la ciudad que dicen es la menos occidentalizada de todo Java, es donde elegí comer la comida más western que comí desde que estoy en Asia.

Y si en Malang había poco turismo, bueno, acá deben ir tan pocos, que en dos oportunidades se me acercaron locales hablando su propio idioma. Digamos, si en Malang suponían que dos turistas debían conocerse, acá como que no tenían concepto de turista. Directamente pensaron que yo era un extranjero que viviría allí y sin duda alguna hablaría su idioma; por que sino, ¿por que otra razón habría de estar allí un foráneo? Y así, sin pena ni gloria, pasé 4 muy caminadas horas en Solo -no, tampoco voy a hacer ningún chiste geek relacionado con Han Solo, no porque no quiera sino porque no se me ocurrió ninguno-.


YOGYAKARTA 

Yogya yogya yogya. El segundo destino más turístico de Indonesia, después de Bali. Hogar de los templos de Borobudur, Prambanan, y una ciudad artística, con movimiento y algo para hacer durante algunos días.






Llegado a media tarde, descendí del tren e inmediatamente después de rechazar ojeks, taxis, batik, y no se que más, me dirigí hacia donde la Lonely Planet y amigos me recomendaban ir: a la zona de Malioboro. Caminando entra las callejuelas, pasando del Gang I al Gang II -así llaman acá a estas calles, por las que no pasan autos-, preguntando por distintos hostels y homestays, terminé eligiendo uno entre muchos. Simplemente porque era barato e internet andaba bien, me dijo el español que me crucé allí. Pronto me reuní con Nico y Vicky, simpática pareja viajera rosarina, que conocí en Gili T. Comimos, hablamos de fútbol, y organizamos las visitas a los templos para los días a venir.

Borobudur fue el primero, por ser el más importante de la región. A 42km y tres colectivos públicos de distancia, o un cómodo tour más caro, se accede a este, el mayor templo budista del mundo, construido en el SIX. Construido como un mandala si se lo ve de arriba, posee nueve niveles escalonados, coronados por una enorme "stupa" o campana. Con más de 2000 paneles tallados en piedra que van narrando historias del budismo, y casi 500 esculturas que representan distintas cosas según el nivel en que están ubicadas, es un templo que se puede visitar en poco tiempo si se sube directo hasta la cima, con las conocidas y muy fotografiadas campanas. Pero si se va con tiempo, es mejor recorrerlo como se supone se debe hacerlo: entrar por el lado este y en cada nivel caminar hacia la izquierda, manteniendo el centro del templo siempre a la derecha, para subir cuando se llega nuevamente al este. Hasta el nivel 5 o 6 iba con ritmo perfecto y sincronizado con el deber budista; pero al cabo de un tiempo me distraje y por estar filmando con la GoPro subi como dos niveles de una. Creo que mi karma no ha sido el mismo desde ese momento.





Luego de siglos de estar olvidado, el templo fue "descubierto" for Thomas Raffles (el mismo de la flor! este señor está por todos lados por estos pagos), de misma manera que América fue "descubierta" por los españoles. Los locales sabían de su existencia, pero Raffles fue quien mandó a restaurarlo y reorganizarlo. Y casi 200 aos después, este templo suele ser visitado por muchisimos turistas; pero para nosotros fue la verdad un placer el descubrir que o bien el día nublado, o el horario en que fuimos, causaron que fueramos apenas unos pocos turistas, y nos pudieramos dar el gusto de caminar en soledad, o tomar una fotografía sin nadie pululando por el horizonte.





A Prambanan fuimos el siguiente día, nuevamente en bus público, para poder hacer lo que se nos antojara, y quedarnos cuanto quisieramos. A 17km de Yogyakarta, es el templo hinduista más grande de Indonesia, y uno de los más grandes del mundo. También construido en el SIX, su templo principal y de mayor tamaño está dedicado a Shiva, mientras que otros dos templos, más pequeños, son en honor a Brahma y Vishnu. Con paneles tallados en piedra, al igual que en Borobudur, se puede leer un relato del dios de cada templo. Claramente de esto me enteré cuando vi el audiovisual que ofrecen de manera gratuita en el complejo; sino me hubiera sido muy difícil atravesar la pura estética de monos, personas y otros animales, y comprender verdaderamente el relato detrás del arte.





Menos imponente en su dimensión total que Borobudur, estos templos asombran más por su altura y disposición. Nuevamente, se los puede visitar en apenas una media hora quizás, pero para disfrutarlos realmente, amerita permanecer un poco más de tiempo.


Ya en el área central de Yogyakarta, me dediqué a hacer lo que se suponía que debía hacer según las guías... pero no todo salió a la perfección, por lo cual caminé y mucho, el "keraton", especie de palacio real, cerró justo antes de que yo llegara, a la 1pm, por Ramadán. De cualquier manera, me habían dicho que no valía ni los 7.000 que costaba, así que no derramé lagrimas por no conocerlo. Lo que si estuvo algo interesante de ver, tampoco taaanto, fue Taman Sari, el "Water Palace", a unas cuadras del Kraton. Construido como residencia y lugar de entretenimiento del primer Sultán de Yogyakarta, consta de antiguas construcciones con piletones y canales de agua; y lo más llamativo, una mezquita que supo estar rodeada y atravesada de agua.

Y por último, y este si valió la pena, fui a las 8pm a ver un show de títeres típico, llamado "Walang Kulit". Tallados a mano sobre cuero, y de una manufactura hiper detellista y preciosista, estos títeres son manipulados por el "master pupeteer", quien los desplaza detrás de una lona blanca, en la oscuridad, y con una luz proyectada desde atrás. Así, con las cavidades y coloraciones de los títeres, estos adquieren una textura y color admirables, que junto con la música típica tocada en vivo por 18 artistas, forman un completísimo espectáculo. El único problema es que esto dura 2 horas, y está narrado en indonesio. Asi que es toda una proeza el lograr permanecer allí durante la totalidad del show. Yo aguanté una hora y veinte minutos hasta irme. Pero uf, ¡que hora y veinte minutos!

Y si de minutos hablamos, hace... muchisimos que estoy en el aeropuerto de Jakarta, a horas de abandonar este bellísimo y enorme país, camino a Penang, a completar lo que me debía Malasia. El tren arribó a la ciudad las 4.30, cerca de las 6 ya estaba en el aeropuerto, y luego de dormir unas horitas para recomponerme, estuve viendo una peli, y escribiendo. 16.45 sale mi vuelo de AirAsia de NZD80.





Chau Indonesia, algún día volveré a conocer tus orangutanes y dragons de Komodo, a bucear por Raja Ampat, Flores, Timor y Papua, a conocer las distintas culturas de tus islas, y hasta quizás las antiquísimas tribus de las islas del este. Resultaste demasiado grande y rica para un sólo mes.

Terima kasih, sampai jumpa. 







INFORMACION UTIL: 

. Malang.
De Probolinggo a Malang: IDR 50.000, con AC, 25.000 normal. El cole llega a la terminal Arjosari, que esta lejos del centro. Hay bemos o angkor que te llevan cerca de la terminal de trenes que esta en el centro, zona Alun Alun (Plaza Central), o preguntar directamente por Hotel Helio, que es muy conocido. Me ofrecieron bemo entre 5.000 y 10.000. Para hospedarse, lo único que conocí de nombre es el Hotel Helios, que arriba tiene un hostel a 50.000 el dorm, que se llama Kampong tourist.

. Malang a Yogyakarta. Tren: cuesta entre 80.000 y 200.000 aprox, dependiendo de qué clase se consiga. Y en mi caso salió más caro por ser Ramadán. A las 8am sale el Malioboro Express, que llega a las 15.00hs.

. Yogyakarta. Hospedaje - A pasos de la estación de tren Tugu, se encuentra un sector muy turístico, Malioboro, donde hay innumerables Losmen (alojamientos tipo homestay), puestos de comida de todo tipo, y locales de batik. IDR 70.000 por cama doble, agua fría y wifi es lo que pagué yo, y más barato que eso no se si hay. Anda Losmen se llama el lugar. De ahí para arriba, hay de todo.

. Transporte - Tren a Jakarta IDR 200.000, hay más baratos.

. BOROBUDUR: por calle Malioboro, ir a una de las paradas de colectivo; tomar primero el bus 3A de Malioboro a Ahmad Dahlam, luego el 2B hasta Jombor Terminal, y de ahí buses Cemara Tunggal o Ragil Kuninh hasta Borobudur. Por los dos primeros se paga un monto único de 3.000 y son cómodos y con AC; el último son 20.000. Sino en las paradas se puede preguntar para ir hacia Borobudur, hablan inglés y son muy serviciales. La duración total es un poco mas de 1 hr y media. Entrada en Borobudur es 230.000, o la mitad si tienen carnet de estudiante, o cualquier tarjeta en español que pueda llegar a simular serlo, aún remotamente.

. PRAMBANAN. En las mismas paradas por la calle Malioboro, tomar bus 1A, derecho a Prambanan. Duración, 40 minutos aprox. Costo, 3.000. Entrada cuesta 230.000, también hay descuento para estudiantes.

. Wayang Kulit, puppet show, en Sonobudoyo Museum, todos los días 8pm.
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Llas llamas azules del Ijen y el paisaje lunar del Bromo

Me despedí de Bali no más, una isla que logró cautivarme por su estética, su gente, su dulce aroma a sahumerio, su comida, sus playas, sus templos. Pero empezaba Java, la isla más poblada de este país, de mayores distancias pero menos turistas. Con un abrazo a Nusa, y un apretón de manos a Ubud, me despedí de Bali a las 11 am, prometiendole volver algún día a disfrutar de sus playas y su cultura.

A las 18.30 Java me saludaba tímidamente, con el sol escondiendose y unas gotas de lluvia que caían en mis desprotejidas mochilas. Siete horas y media fue la duración total de un taxi a la terminal, un colectivo -que se rompió y demandó 40 minutos de espera- , un ferry -que por alguna razón estuvo parado en el medio del mar por mas de media hora-, y la continuación del colectivo hasta la parada Brajiwaya. Desde ahí se suponía que debía tomarme un "ojek" hasta la casa de Ayu, couch surfer que me hospedaría en su hogar.





¿Dato anecdótico y preocupante a la vez? 3hrs después de mi llegada a la Isla de Java, de esto me enteré al día siguiente, se hundieron dos ferrys debido al fuerte oleaje que repentinamente atacó en el estrecho. Algo bastante común, parece, como lo son los accidentes de colectivos en Bolivia por ejemplo. Y como en Bolivia, que yo recomendaba elegir tren por sobre bus, acá sugiero mirar como estar el mar antes de subirse a un ferry.

En fin... prosiguiendo. Al descender del vehículo en el sucedaneo de terminal, me hubiera encantado poder regatear con distintos conductores, hasta llegar a un precio adecuado para mi transporte hacia una cama y una ducha. No obstante, sólo pude saludar a una señora que vendía satay y a otro señor que vendía jugos, que obviamente no hablaban una palabra de inggris- inglés. Con un rostro que claramente exudaría duda e incertidumbre, que cada tanto dirigía su mirada al cielo, intentando reconocer en qué momento se largaría a llover torrencialmente, estuve unos minutos parado, buscando wifi. Hasta que llegó "Coco", mi salvador: un local, estudiante de inglés, que justo pasaba por ahí y se ofreció amablemente a llevarme a destino. Luego de unos 15 minutos en moto, Coco, mi nuevo mejor amigo, estaciona en una casa y ante mi pregunta de si esa era la dirección correcta, responde que el vive ahí, que pasaba a dejar unas cosas. Sólo un breve instante transcurrió hasta que me invitó a saludar a sus amigos, con quienes estudia y convive. Y así fue que terminé cenando comida típica javanesa con unos 15 jóvenes, estudiantes universitarios, respondiendo y haciendo preguntas. Foto mediante, casi que una con cada integrante de la casa, y rodeado de risas y saludos, me despedí, ahora si, camino a casa de Ayu.

Y la hospitalidad Javanesa siguió evidenciando: al llegar a lo de mi huésped de CS, no sólo me invitaron a un te a mi, sino también a Coco, por haberme acercado a su casa. Y así continuó toda mi estadía en este bello hogar, rodeado de toda la comodidad que pudieron darme, y más. Aprendí a hablar un poco del idioma; a cocinar Nasi Goreng, o fried rice, el plato típico indonesio; jugué con Happy, el perro, como no lo hacía desde mis últimas caricias a Lina. Y luego, obvio, hice lo que había ido a hacer: visitar el Ijen.


IJEN 

La verdad que no puedo decir mucho del Ijen... la visita nocturna realmente me dejó sin palabras, es un paisaje surreal. Comienza la jornada a la 1am, para apenas pasadas las 2am iniciar los 3km de ascenso hacia las escaleras que descienden a la mina de azufre. Todo de noche, todo a oscuras, con la linterna como única guía, y otros caminantes, silenciosos compañeros. Ya apenas recorridos unos pocos escalones de los tantos que tocará atravesar, se ven allá abajo, aún lejos, las llamas azules, que todos fotografiamos aún sabiendo que las veremos más de cerca, más comodamente. Es que es imposible no permanecer impávido ante esa visión irreal: fuego azul que sale de una profunda oscuridad. Y al mirar hacia arriba, las estrellas.





Unos veinte minutos después, ya en presencia absoluta y cercana del espectáculo al cual todos asistimos, oscilaba yo entre quedar atónito ante lo que veía, e intentar sacar las mejores fotos posibles, sin trípode, y evitando los remolinos de humo sulfúrico que hacía lagrimear e impedía respirar sin toser, aún a través de un cuello y un sarong sobre la boca y nariz.

Pasaba el tiempo y yo seguía allí, contemplando, hasta que vino el amanecer y descubrí que el lago del cual tanto me habían recomendado ir, estaba ahí a mis espaldas. Un lago verde y/o turquesa, dependiendo del momento del día, coronado por montañas, y rodeado del humo amarillento, denso, que proviene ahora no de la oscuridad, de las llamas azules, sino de un suelo amarillo, ya de aspecto mas terrenal. Amerita quedarse a disfrutar el amanecer desde allí, para luego hacer el camino inverso, subir por los escalones y disfrutar de la bellisima vista desde arriba. Recién en el camino de vuelta se ve lo que por la noche era invisible a los ojos: precipicios a veces a ambos lados, paisajes bellisimos y contrastantes.

Pero este trayecto, estas llamas, este lago, esta extraña vista, no es sólo eso; es también lugar de trabajo de más de 100 personas, que día a día, y aún de noche, surcan los caminos, ascienden y descienden, y extraen y transportan hasta 80kg de azufre por viaje. A IDR 600 por kg, dos viajes por jornada, esta gente gana apenas IDR 96.000 (menos de 9 USD), por realizar este sacrificadísimo trabajo. Este material será luego utilizado para cosméticos, químicos y más. ¡Ay la plusvalía!





BROMO 

Llegado aproximadamente a las 9 am a Banyuwangi, y luego de unas horas de ordenar el bolso, bañarme y sacarme el olor a azufre, y despedirme de mi familia indonesia, tomé colectivo de Banyu a Probolinggo, y luego de ahí a Cemoro Lawang, base para visitar el Bromo.





Al llegar tarde por la noche, y luego de haber dormido sólo dos horas la noche anterior al Ijen, no tenía ganas ni de decir hola. Asi que entregué resignado la plata que pidieron, sin siquiera intentar regatear, y me fui a cenar, para luego dormir otras dos horas. A las 2.30 puse el despertador, y 3am ya estaba en pie, mochila en la espalda, linterna en la cabeza, lentamente dando un paso tras otro.

Mientras que la gran gran mayoría contrata el tour en jeep, que los lleva como ganado a donde van todos, y los apuran, por IDR 100.000 más la entrada, yo opté por hacer el camino... libre. Bajé la ladera de la montaña que alberga al pueblo, y caminé sólo en la neblina, siguiendo las indicaciones de mi mentor argentino en Java: Santi. Luego de casi una hora de caminar, siempre con la montaña a la derecha, desde donde sabía que estaba el viewpoint para observar el amanecer, me admití un tanto perdido. Un tantito nada más; es que la neblina impedía ver a más de unos metros de distancia, y no podía ver del todo bien por donde caminaba. Luego de dos truncos intentos de explicaciones solicitados a gente local de como llegar al viewpoint, terminé pagandole 100.000 a un ojek, que finalmente por el mismo precio que el jeep, me hizo el mismo recorrido, pero parando cuantas veces quisiera, y manejandome los tiempos yo sólo.






Así fue que termine viendo el amanecer con el resto del ganado, pero desde un punto privilegiado, por considerar que la reja que impedía el paso a los cientos de turistas, no era motivo suficiente para impedirme disfrutar de una buena vista. A mis espaldas, luego de ver que se podía, me siguió más gente, y terminamos siendo unos cuantos viendo al sol salir, sin cabezas de por medio.

La vista increíble, lunar; los volcanes Bromo, Batok y Semeru, vistos desde el Monte Penanjakan, rodeados de una neblina que no hacía más que embellecer el paisaje. Y yo que decidí irme antes que la mayoría, para poder subir al Bromo con poca gente.

Veinte minutos después, con la moto a toda maquina a través de la planicie que enfrenta a los volcanes, me bajé y comencé a subir. Primero unas escaleras, y después, frente a mi, la boca del volcán, aún humeante. Aquellos que habían optado por ir en jeep debían apurarse y volver rápido para cumplir con los tiempos de otros. Yo, en cambio, pude darme el gusto de recorrer toda la circunferencia del volcán, gozando de unas preciosas vistas al valle y al sol que seguía ascendiendo.





Acabose otra jornada nocturna, y aún me quedaba dejar este pequeño e inhóspito lugar, para dirigirme a Malang, ciudad mucho más grande, con el principal propósito de tener la seguridad de ver los cuartos de final contra Bélgica sin temor a no tener donde verlo.

Por desayunar y quedarme charlando, y por haber sido plantado por una moto que me iba a llevar a Malang campo traviesa, y ver bellos paisajes en el trayecto, se me fueron todos los colectivos públicos. Sin intenciones de acceder a los precios irrisorios que me querían cobrar los ojeks -aunque los terminé regateando al mismo precio del colectivo-, acabé haciendo dedo. Y luedo de una media hora de espera, un enorme auto, con 6 personas y un asiento libre en su interior, se detuvo.

Con preguntas como si me gustaban las prostitutas, las drogas duras y la noche, y con comida y bebida gratis, me reí mucho camino a Probolinggo, para allí tomar un bus a Malang por sólo IDR 25.000.







INFORMACION UTIL: 

. Para ir a Ubung, terminal de ómnibus, punto de partida hacia Java, hay un par de opciones. La primera que intenté, sin éxito, es la de tomarme un "bemo" (colectivo público y de poca frecuencia). Fui a la esquina donde averigué con locales y por foros en la red que había que ir, y luego de media hora de espera, abandoné la empresa. Dado que sabía que tendría que tomar dos colectivos hasta Ubung, y que iba a ser un largo día de viaje, decidí ir a lo seguro: la segunda opción. Esta fue tomar un BlueBird taxi en la calle, directo a la terminal; costó IRD 82.000. Para uno sólo es caro, pero si se reparte, no termina costando tanto.

. Una vez llegado a Ubung, evadiendo tajantemente a los oportunistas que cobran comisión por llevarte a los colectivos, busqué el primero que saliera, y por IRD 75.000 me llevó derecho hasta una terminal en Banyuwangi, ferry incluido. ¿Otra opción?
Cole local de Ubung (denpasar) a Gilimanuk, 4 horas, IDR 40.000 rp. Ahí, ferry a Ketapang, ya en Java, IDR 6500 rp, 1 hora aprox. Para llegar a Banyuwangi tomar Bemo, no más de 10.000. Pedir que te dejen lo mas cerca posible del hotel Baru o Selamet (Ambos tienen hab por 85.000 a 100.000; las mas baratas no tienen ducha) INFO tomada de Nico, ayudante en planear esta etapa del viaje!

. Ir al Ijen. Dado que el inicio de la caminata está a una hora de Banyuwangi, se debe tomar algún tipo de transporte. En todos los casos, asegurarse de que el precio final incluya transporte ida y vuelta; uno no querría bajar de 8hs de caminata y encontrarse sin un vehículo de vuelta al hogar y a la ducha. Las opciones, entonces, son Ojek a 300.000 para una persona, o un Jeep, que yo pagué 350.000 pero por tener dato de una amiga local de CS; sino puede costar entre 400.000 y 500.000, para 4 a 6 personas si no me equivoco. Los precios ya incluyen el ticket de entrada, que es 15.000 más 30.000 por ir con cámara fotográfica.
No olvidar llevar abrigo (pantalones largos, buzo y rompe viento, es lo que llevé yo... otra gente llevó aún más cosas), linterna (preferiblemente una headtorch para tener las manos libres), agua, y algo para cubrir la boca y nariz del humo.

. Llegar a Bromo.
1. Bus de Banyuwangi a Probolinggo: IDR 30.000. Puede tardar entre 5 y 7hrs.
2. MiniBus de Probolinggo a Cemoro Lawang: IDR 35.000. Tarda aprox una hora. Sólo hay minibus público, los de color azul, hasta las 4pm; luego sólo queda esperar los ShuttleBus de las agencias, que cobran entre 40.000 y 50.000 y como me pasó a mi, hay que esperar que lleguen contingentes de Yogyakarta para unirse en su bus.

. Hostel en Bromo. Hay una escasa variedad, ubicandose los más accesibles en la cima del pueblo. Por IDR 150.000 cama doble sin desayuno y sin wifi, sólo cama y agua caliente, me hospedé en Yogi, que está junto a Café Lava, a IDR 175.000. Nuevamente, llevar el mismo equipo que en el Ijen, las condiciones son similares. Eso si, en algunos lugares alquilan camperas a 20.000.

Trabajos realizados en NZ. Y van...

01 Picking de uvas
02 Picking de blueberries
03 Jardinero en repetidas oportunidades
04 Picking de feijaos, capsicums, beans y zuchinis
05 Picking de kiwis
06 Packhouse Stacker
07 Housekeeping
08 Outreach Campaigner en Greenpeace
09 Mozo de eventos
10 Mozo de restaurante
11 Pintor
12 Grader de Cherries
13 Thinning de uvas

P.S: No quería borrar esta lista del blog, sin dejarla impresa para la posteridad... para recordar la cantidad de trabajos que nunca pensé que haría, pero que finalmente acabé haciendo en Nueva Zelanda, sea por ahorrar plata o para sumar experiencia. 
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Gili Trawangan, hogar de tortugas

Las tres islas Gili (Trawangan, Meno y Air, de mayor a menor tamaño), son parte de la región de Lombok, al este de Bali, y puerta de entrada a Timor, Papua, Sulawasi, y Flores, otras islas indonesias, más remotas, y aparentemente más lindas. Islas que decidí no visitar en esta oportunidad, y postergar quizás para más adelante, cuando haya ido a otros paises y pueda costear gastar tanta plata -al ser de difícil acceso es caro llegar, hospedarse y hacer actividades-.

8 días estuve en Gili Trawangan. ¿Si hice mucho? ¡Puf! (risas o bufidos, depende del nivel que se tenga en detectar humor malo)

La mitad de mi tiempo diurno transcurrió, muy probablemente, tirado en los pufs (quizás leido acá no suena muy gracioso, pero cuando hice este chiste en el puf en la playa, tuvo un éxito inesperado, incluso con traducción a otro idioma... el chileno). Leyendo, charlando, haciendo nada. Y si no eran los pufs, era mi "sarong", prenda típica hinduista utilizada para cubrirse de la cintura para abajo, pero que en mi caso hizo las veces de pareo -razón principal por el que lo compré, pero que al herir mi masculinidad por su condición de adminículo típicamente femenino, le busqué otros usos-, pañuelo, toalla, máscara para respirar escalando el Ijen o el Bromo, secador de transpiración, etc.

Fue un momento ideal para relajar de los 15 meses en NZ, y del comienzo del viaje por SEA, con mucho turismo y caminata, y templos y viajes. Y así pasaron los días, y no hice mucho más que bucear una jornada con unos colegas argentinos, snorkel casi todos los días, comer casi siempre en el mismo lugar, y ver partidos de fútbol todas las noches en el bar irlandés.





Si bien no es el lugar ideal para hacer snorkel, dado que por la gran afluencia de gente y botes el coral está venido a menos, es más que llamativo lo simple que es sumergirse y ver tortugas marinas de distintos portes. Y así pasabamos todas las tardes, casi siempre con Martin y/o Santi, yendo a visitar a nuestras nuevas amiguitas.

En una de esas oportunidades, dos días antes de abandonar la isla y dirigirme hacia la isla de Java, me corté la planta del pie con algún coral. En el momento no me di cuenta, sino que me percaté mientras nadaba por la superficie que tenía un dolor punzante en la planta del pie. Eso me conllevó ciertos problemas: la herida de coral tarda más en cicatrizar que otra normal, y si encima es en el punto de apoyo del pie, el sólo caminar hacía que se me siguiera abriendo el corte. Así, tuve que comprar una crema cicatrizante con antibiótico en una de las tres clínicas locales (Neomicin con placenta, funcionó a la perfección). Además rearmé mi itinerario, posponiendo unos días mi ida al Ijen y Bromo, y viendo el partido Argentina-Suiza una vez más en Kuta Bali, donde finalmente lo vi rodeado de argentinos, abrazandome a un argento que recién conocía y tirandome al piso en el festejo.

Y hablando de amigos y amigas, una linda amiguita, de categoría ratuna, decidió que el paquete de galletitas que tenía en mi amada y hasta el momento inmaculada mochila, era un bien público y gratuito. Mi amiga la ratita decidió, por la noche, hacer un huequito en mi mochila, comer un poco de galletitas -de última se hubiera comido todo y así valía la pena-, y abandonar su "warung" improvisado. Y mi mochila quedó con aero ventilas. Rata inmunda.


INFORMACION UTIL:

. Para llegar, pagamos IDR 350.000 por el bote ida y vuelta, pick up en Ubud, y drop off a elección en lugares no muy alejados de Padang Bai. Para moverse a las otras Gili o Lombok, en la calle de la playa, alejandose del market hacia la izquierda, hay una humilde construcción de color blanco, donde se puede comprar tiket para el slow boat público, a precio mucho más accesible que las agencias.

. Hospedaje. Me quedé en Bale Sasak, a IDR 65.000, en un dorm sin electricidad y sólo con una luz de emergencia, pero con pileta, desayuno, y pibes muy buena onda que atienden el lugar. Por muchos días llegamos a sospechar que esto era una especie de "Señor de las Moscas"... sólo jóvenes atendiendo, limpiando, cocinando, y siempre con guitarra en mano y cantando canciones con letras como "Hola amigooo" y "te quiero hacer el amoooor".

. Buceo. Por decisión de las compañias de la isla, todas las agencias cobran lo mismo... asi que acudir al que mejor onda tenga. u$s 35 por inmersión, con descuento por ir en grupo.

. Comida. "Ocean dua", en la calle de la playa, ofrece por 20.000, todas las noches, un plato de pasta y buffet libre de ensalada, y a veces sopa y fruta. Sino, el mercado siempre abre de noche y tiene una buena diversidad de platos. Mención aparte merecen los panqueques, que por unos... 18.000 te podés agarrar un ataque de insulina que casi te hace diabético. Una belleza.
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La encantadora Bali

1 u$s = 11.700 IDR

Y llegué a Indonesia no más. Ahora, a 3 semanas casi de haber arribado y mientras comienzo a escribir estas líneas, considero más que acertada la decisión: conseguí pasajes baratos de avión, hice amistades de las que perduran, y resultó un lugar ideal para ver el mundial.

El destino inicial fue la isla de Bali, ese destino tantas veces escuchado, pero del que realmente poco y nada sabía. Chiquita como parece en el mapa, resulta una fuente inagotable de actividades para hacer y lugares para recorrer. Si a esto le sumamos que el transporte público (bemo) es escaso y muy dificil de acceder, no queda otra que alquilar una moto o juntarse con un grupo y pagar un taxi. Ambos métodos más que aceptables para hacer una inmersión en estos bellisimos paisajes y esta fascinante cultura.

Pero primero lo primero. Acostumbrado como venía a la desgastante pero a veces entretenida disciplina del regateo, este país fue como un nivel 2 luego de Malasia. Todo se negocia, nada esta fijo. Y así empezamos con el taxi. Que va que viene, que 15 dlrs y no se que cuanto. Terminé pagando IDR 60.000, derechito a Kuta Bali, primer destino.





KUTA BALI

Anticipado como un cuco, como un lugar plagado de australianos de plata y peleadores, y de negociantes hartantes, Kuta le hizo honor a la fama de la que había leido. Es el cuco que se dice que es; es lo que en realidad no vine a buscar en este viaje. Sin embargo, no me arrepiento de haber pasado unos días ahí, para poder ver un poco más de vida nocturna y tener más roce urbano, sin llegar a las dimensiones monumentales de Singapur o KL.

¿Vida nocturna? ¿Roce urbano? ¿De qué estoy hablando? De, por ejemplo, 46 horas sin tomar agua. Sólo cerveza casi siempre "gratis" y tragos tan coloridos como espeluznantes. Y todo eso gracias al ilustre "Sky Garden", un jardín de Babilonia con 8 secciones, en cuya terraza, TODOS LOS DIAS de 17 a 18, pagando IRD 50.000 tenés buffet libre -riquisimo, mucha carne!!!- y cerveza libre. De más está decir que mis primeras 3 jornadas en Bali, y cuando me tocó repetir, camino a la Isla de Java, asistí religiosamente a este templo onanista. Jaci y Ceci, amigas chilenas, me hacían de compinches en  las idas y venidas hacia el buffet, en busqueda de diversas carnes y ensaladas. Y siempre, el vaso de cerveza a medio llenar.

¿Qué más hacer además de llenar el estómago? Se puede ir a la playa, bastante llena, no taaan linda para ser Bali, pero el paraíso al lado de cualquier playa argentina. ¿Te quedó comprar algo en el viaje como a mi? Pues por 170.000 me compré una bermuda y una malla... nada original obviamente pero de buena calidad. Y no puede faltar todo tipo de oferta gastronómica, de ropa y accesorios, tours a distintos lugares, drogas, alcohol y mujeres. A gusto de cada uno, obviamente.

Más que recomendable ir a las playas de Padang Padang y Uluwatu, y el templo ubicado en este último lugar, con una vista alucinante al mar, con compañia de innumerables y peligrosos monos, donde la gente suele quedarse para el atardecer, y sufrir luego de 2 hrs de tráfico a la vuelta.




Último detalle a destacar en Kuta. Fue muy grato el poder ver varios partidos mundialistas, de distintas selecciones, junto a la hinchada del equipo de turno. Así, vi a Alemania con alemanes, España con españoles, Belgica con belgas, Holanda con holandeses, y Chile con chilenos que cantan canciones argentinas modificadas. Salvo estos últimos, que como buenos latinos hacen buena hinchada, la verdad que sorprendentemente deprimente el resto de las hinchadas. Hasta en grupos grandes y con muchos hombres, ni holandeses ni alemanes ni ninguno se dignaba a gritar ni arengar, salvo cuando fuera ganando por diferencia y ya hacia el final de cada partido. Exitistas y silenciosos, así vinieron los fans europeos que me tocó ver.


UBUD

Ya volviendo a tomar agua. Junto a Jaci, Ceci, Martin y Meme, nos dirigimos en un taxi compartido hacia el poblado de Ubud, que me enteré recién ahí se hizo popular con la peli  "Comer, rezar, amar" (creo que son esas palabras, no tengo internet y no me acuerdo bien si son esas, o si habia alguna más o alguna diferente). Según lo que me dijo un taxista, hasta el comienzo de este nuevo milenio, no era de lo más visitado en la isla; paulatinamente fue aumentando la gente que llegaba, hasta que hizo boom con dicha pelicula. Loco, ¿no? Y hasta parece haber negocio en base a eso, como por ejemplo visitar al Maestro Kaput de la peli, que dicen que cobra un fangote de guita.

Por IDR 350.000 un taxi nos llevó a destino, no sin antes ver algunos paisajes, y detenernos en una plantación de café, donde pudimos degustar el mejor y más caro café del mundo, según la gente especializada, y Jack Nicholson en "The Bucket List": el Kopi Luwak. Básicamente granos de café ingeridos por el animal Luwak, quien sólo selecciona aquellos de excelentísima estirpe -una especie de control de calidad anticipado-.




 La parte polémica está en lo que viene después: el bichito este los... caga, para que andarnos con rodeos, y de ahí, luego del proceso químico que hubo en el estómago de nuestro amigo, tenemos el mejor café del mundo. ¿Está bueno? Si, fuerte y sabroso, y dolió 50.000. Me quedo con un buen te de jengibre.





Llegados a Ubud, las chicas se quedaron haciendo base, y salimos con Martin a buscar hospedaje. Luego de 2 hrs caminando, debido a un cálculo incorrecto de la distancia en la relación mapita trucho-realidad, terminamos eligiendo el segundo guesthouse en el que averiguamos: un bello lugar, de construcción típica balinesa. Más allá de lo que dicta la Lonely Planet y las agencias que hay que visitar, Ubud me pareció uno de esos lugares ideales para caminar y perderse, cosa que hice en dos oportunidades.

Y también está lo que "hay que hacer": el Monkey Forest, que es un forest que tiene monkeys y algunos pequeño templos balineses. Ojo con los monkeys que he visto a algunos humanos mordidos por jugar con ellos. Tenemos asimismo la caminata por las plantaciones de arroz, que nuevamente el mapita trucho parece indicar que son sólo unos cientos de metros, y que termina siendo una travesía de unos 10km o más, a través de campos de arroz y barrios típicos.

Pero lo más destacable, a mi parecer, se encuentra en las afueras de este poblado, y son los innumerables templos que ofrece esta isla. Tantos son, que tuvimos que averiguar por internet y recortar las opciones, para no agobiarnos nosotros y nuestros bolsillos. Una vez más, con un taxi (esta vez por IDR 250.000), paseamos por la zona, deteniendonos en tres templos: Gunung Kawi, Goa Gajah, y Holy Water Temple, todos majestuosos, todos antiquisimos, todos dignos de ser vistos y todos por el módico precio de 15.000 cada entrada. Los primeros dos, especialmente para apreciar la arquitectura y disposición de estas antiguas construcciones, con su majestuosidad y siempre ubicados en terrenos vistosos y selváticos. Y el último, principalente para participar del ritual de purificación a través de agua surgida de las entrañas de la tierra balinesas. A través de un sistema acuífero (para mi que se dice así... y sino, se entiende!), el agua asciende y es repartida en aproximadamente unas 20 pequeñas esculturas que a través de una boca largan el agua. Se supone que cada una de estas "fuentes" con las cuales uno debe mojarse, purifica algún aspecto de la persona (envidia, locura, sueños malos, etc), pero no se sabe cual es cual. Asi que la idea es empezar por el principio, y de más está decir, terminar por el final. Y todos purificados y contentos.






NUSA LEMBONGAN

Esta isla, que forma parte de un pequeño y cercano archipielago a la isla principal, es principalmente conocida por ser hogar durante todo el año de manta rayas de coral y oceánicas. Y esa es la razón por la que decidí ir, luego de las islas Gili.

Con playas de vistas muy lindas, y atardeceres de ensueño, pero con demasiados botes que impiden nadar tranquilos o una vista más "limpia" hacia el horizonte. Lugar muy bueno para surfear, y aún mejor para bucear!

Y si, bucée con mantas, con muchas de ellas; las más grandes llegando a superar los 4 metros de largo. Mientras que en otras islas de Indonesia sólo se encuentran por temporada, acá se pueden divisar todo el año, por ser un lugar donde se limpian y alimentan constantemente. Así, principalmente en dos dive spots, y a no muchos metros de profundidad, se puede bucear o hacer snorkel rodeado de mantas. Una experiencia única e inolvidable. Imperdible.






INFORMACION UTIL:

. Sky Garden, lo vuelvo a nombrar. De 17 a 18 comida y cerveza libre por IDR 50.000. Y de 21 a 22, tragos libres -selección diaria de 4 tragos feos pero gratis-. Calle Legian.

. Me hospedé en Suka Beach Inn, en Poppies II. Como siempre, quedarse sólo cuesta caro, pero de a dos se vuelve mucho más barato. Pagaba IDR 110.000 por noche, pero si es una pareja, es 130.000. Con ventilador y agua fría. De ahí, los precios suben si querés AC o agua caliente o tele.

. Perama Tours siempre es una opción viable de transporte, sobre todo para los que viajan sólos. Y sino a negociar con los "ojek" -motitos con chofer- o taxistas.

. Para taxis, conviene la empresa "Bluebird Group", única en su tipo, con marcador (no me acuerdo el nombre ya... ese relojito que marca el precio del viaje). Se los puede tomar en la calle, pero casi únicamente en sectores turísticos.

. NUSA LEMBONGAN: se puede llegar desde Padang Bai (a 150.000 el bote), pero no conviene porque luego hay que tomar un taxi por 50.000 que te deja en el sector con hostels y warungs (lugares para comer). La otra opción, que tiene más oferta de transporte, es ir por Sanur, desde donde hay botes por 100.000 o 150.000, y te dejan donde conviene.
Hospedaje: Wayhu, el mejor, pero complicado conseguir lugar, yo no pude. Con pileta, desayuno, y dorm, perfecto para el viajero solitario. Sino probar con Shipwreck, Agung, Linda, o Lembongan Tropical. Todos arriba de 100.000 la pieza doble, y sin dorm.
Buceo: sin duda alguna Dive Concept, el más barato lejos, y por tener sólo un año de antiguedad, tiene equipos relucientes. 700.000 las 2 inmersiones, 1.400.000 las 5.


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