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Llas llamas azules del Ijen y el paisaje lunar del Bromo

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Me despedí de Bali no más, una isla que logró cautivarme por su estética, su gente, su dulce aroma a sahumerio, su comida, sus playas, sus templos. Pero empezaba Java, la isla más poblada de este país, de mayores distancias pero menos turistas. Con un abrazo a Nusa, y un apretón de manos a Ubud, me despedí de Bali a las 11 am, prometiendole volver algún día a disfrutar de sus playas y su cultura.

A las 18.30 Java me saludaba tímidamente, con el sol escondiendose y unas gotas de lluvia que caían en mis desprotejidas mochilas. Siete horas y media fue la duración total de un taxi a la terminal, un colectivo -que se rompió y demandó 40 minutos de espera- , un ferry -que por alguna razón estuvo parado en el medio del mar por mas de media hora-, y la continuación del colectivo hasta la parada Brajiwaya. Desde ahí se suponía que debía tomarme un "ojek" hasta la casa de Ayu, couch surfer que me hospedaría en su hogar.





¿Dato anecdótico y preocupante a la vez? 3hrs después de mi llegada a la Isla de Java, de esto me enteré al día siguiente, se hundieron dos ferrys debido al fuerte oleaje que repentinamente atacó en el estrecho. Algo bastante común, parece, como lo son los accidentes de colectivos en Bolivia por ejemplo. Y como en Bolivia, que yo recomendaba elegir tren por sobre bus, acá sugiero mirar como estar el mar antes de subirse a un ferry.

En fin... prosiguiendo. Al descender del vehículo en el sucedaneo de terminal, me hubiera encantado poder regatear con distintos conductores, hasta llegar a un precio adecuado para mi transporte hacia una cama y una ducha. No obstante, sólo pude saludar a una señora que vendía satay y a otro señor que vendía jugos, que obviamente no hablaban una palabra de inggris- inglés. Con un rostro que claramente exudaría duda e incertidumbre, que cada tanto dirigía su mirada al cielo, intentando reconocer en qué momento se largaría a llover torrencialmente, estuve unos minutos parado, buscando wifi. Hasta que llegó "Coco", mi salvador: un local, estudiante de inglés, que justo pasaba por ahí y se ofreció amablemente a llevarme a destino. Luego de unos 15 minutos en moto, Coco, mi nuevo mejor amigo, estaciona en una casa y ante mi pregunta de si esa era la dirección correcta, responde que el vive ahí, que pasaba a dejar unas cosas. Sólo un breve instante transcurrió hasta que me invitó a saludar a sus amigos, con quienes estudia y convive. Y así fue que terminé cenando comida típica javanesa con unos 15 jóvenes, estudiantes universitarios, respondiendo y haciendo preguntas. Foto mediante, casi que una con cada integrante de la casa, y rodeado de risas y saludos, me despedí, ahora si, camino a casa de Ayu.

Y la hospitalidad Javanesa siguió evidenciando: al llegar a lo de mi huésped de CS, no sólo me invitaron a un te a mi, sino también a Coco, por haberme acercado a su casa. Y así continuó toda mi estadía en este bello hogar, rodeado de toda la comodidad que pudieron darme, y más. Aprendí a hablar un poco del idioma; a cocinar Nasi Goreng, o fried rice, el plato típico indonesio; jugué con Happy, el perro, como no lo hacía desde mis últimas caricias a Lina. Y luego, obvio, hice lo que había ido a hacer: visitar el Ijen.


IJEN 

La verdad que no puedo decir mucho del Ijen... la visita nocturna realmente me dejó sin palabras, es un paisaje surreal. Comienza la jornada a la 1am, para apenas pasadas las 2am iniciar los 3km de ascenso hacia las escaleras que descienden a la mina de azufre. Todo de noche, todo a oscuras, con la linterna como única guía, y otros caminantes, silenciosos compañeros. Ya apenas recorridos unos pocos escalones de los tantos que tocará atravesar, se ven allá abajo, aún lejos, las llamas azules, que todos fotografiamos aún sabiendo que las veremos más de cerca, más comodamente. Es que es imposible no permanecer impávido ante esa visión irreal: fuego azul que sale de una profunda oscuridad. Y al mirar hacia arriba, las estrellas.





Unos veinte minutos después, ya en presencia absoluta y cercana del espectáculo al cual todos asistimos, oscilaba yo entre quedar atónito ante lo que veía, e intentar sacar las mejores fotos posibles, sin trípode, y evitando los remolinos de humo sulfúrico que hacía lagrimear e impedía respirar sin toser, aún a través de un cuello y un sarong sobre la boca y nariz.

Pasaba el tiempo y yo seguía allí, contemplando, hasta que vino el amanecer y descubrí que el lago del cual tanto me habían recomendado ir, estaba ahí a mis espaldas. Un lago verde y/o turquesa, dependiendo del momento del día, coronado por montañas, y rodeado del humo amarillento, denso, que proviene ahora no de la oscuridad, de las llamas azules, sino de un suelo amarillo, ya de aspecto mas terrenal. Amerita quedarse a disfrutar el amanecer desde allí, para luego hacer el camino inverso, subir por los escalones y disfrutar de la bellisima vista desde arriba. Recién en el camino de vuelta se ve lo que por la noche era invisible a los ojos: precipicios a veces a ambos lados, paisajes bellisimos y contrastantes.

Pero este trayecto, estas llamas, este lago, esta extraña vista, no es sólo eso; es también lugar de trabajo de más de 100 personas, que día a día, y aún de noche, surcan los caminos, ascienden y descienden, y extraen y transportan hasta 80kg de azufre por viaje. A IDR 600 por kg, dos viajes por jornada, esta gente gana apenas IDR 96.000 (menos de 9 USD), por realizar este sacrificadísimo trabajo. Este material será luego utilizado para cosméticos, químicos y más. ¡Ay la plusvalía!





BROMO 

Llegado aproximadamente a las 9 am a Banyuwangi, y luego de unas horas de ordenar el bolso, bañarme y sacarme el olor a azufre, y despedirme de mi familia indonesia, tomé colectivo de Banyu a Probolinggo, y luego de ahí a Cemoro Lawang, base para visitar el Bromo.





Al llegar tarde por la noche, y luego de haber dormido sólo dos horas la noche anterior al Ijen, no tenía ganas ni de decir hola. Asi que entregué resignado la plata que pidieron, sin siquiera intentar regatear, y me fui a cenar, para luego dormir otras dos horas. A las 2.30 puse el despertador, y 3am ya estaba en pie, mochila en la espalda, linterna en la cabeza, lentamente dando un paso tras otro.

Mientras que la gran gran mayoría contrata el tour en jeep, que los lleva como ganado a donde van todos, y los apuran, por IDR 100.000 más la entrada, yo opté por hacer el camino... libre. Bajé la ladera de la montaña que alberga al pueblo, y caminé sólo en la neblina, siguiendo las indicaciones de mi mentor argentino en Java: Santi. Luego de casi una hora de caminar, siempre con la montaña a la derecha, desde donde sabía que estaba el viewpoint para observar el amanecer, me admití un tanto perdido. Un tantito nada más; es que la neblina impedía ver a más de unos metros de distancia, y no podía ver del todo bien por donde caminaba. Luego de dos truncos intentos de explicaciones solicitados a gente local de como llegar al viewpoint, terminé pagandole 100.000 a un ojek, que finalmente por el mismo precio que el jeep, me hizo el mismo recorrido, pero parando cuantas veces quisiera, y manejandome los tiempos yo sólo.






Así fue que termine viendo el amanecer con el resto del ganado, pero desde un punto privilegiado, por considerar que la reja que impedía el paso a los cientos de turistas, no era motivo suficiente para impedirme disfrutar de una buena vista. A mis espaldas, luego de ver que se podía, me siguió más gente, y terminamos siendo unos cuantos viendo al sol salir, sin cabezas de por medio.

La vista increíble, lunar; los volcanes Bromo, Batok y Semeru, vistos desde el Monte Penanjakan, rodeados de una neblina que no hacía más que embellecer el paisaje. Y yo que decidí irme antes que la mayoría, para poder subir al Bromo con poca gente.

Veinte minutos después, con la moto a toda maquina a través de la planicie que enfrenta a los volcanes, me bajé y comencé a subir. Primero unas escaleras, y después, frente a mi, la boca del volcán, aún humeante. Aquellos que habían optado por ir en jeep debían apurarse y volver rápido para cumplir con los tiempos de otros. Yo, en cambio, pude darme el gusto de recorrer toda la circunferencia del volcán, gozando de unas preciosas vistas al valle y al sol que seguía ascendiendo.





Acabose otra jornada nocturna, y aún me quedaba dejar este pequeño e inhóspito lugar, para dirigirme a Malang, ciudad mucho más grande, con el principal propósito de tener la seguridad de ver los cuartos de final contra Bélgica sin temor a no tener donde verlo.

Por desayunar y quedarme charlando, y por haber sido plantado por una moto que me iba a llevar a Malang campo traviesa, y ver bellos paisajes en el trayecto, se me fueron todos los colectivos públicos. Sin intenciones de acceder a los precios irrisorios que me querían cobrar los ojeks -aunque los terminé regateando al mismo precio del colectivo-, acabé haciendo dedo. Y luedo de una media hora de espera, un enorme auto, con 6 personas y un asiento libre en su interior, se detuvo.

Con preguntas como si me gustaban las prostitutas, las drogas duras y la noche, y con comida y bebida gratis, me reí mucho camino a Probolinggo, para allí tomar un bus a Malang por sólo IDR 25.000.







INFORMACION UTIL: 

. Para ir a Ubung, terminal de ómnibus, punto de partida hacia Java, hay un par de opciones. La primera que intenté, sin éxito, es la de tomarme un "bemo" (colectivo público y de poca frecuencia). Fui a la esquina donde averigué con locales y por foros en la red que había que ir, y luego de media hora de espera, abandoné la empresa. Dado que sabía que tendría que tomar dos colectivos hasta Ubung, y que iba a ser un largo día de viaje, decidí ir a lo seguro: la segunda opción. Esta fue tomar un BlueBird taxi en la calle, directo a la terminal; costó IRD 82.000. Para uno sólo es caro, pero si se reparte, no termina costando tanto.

. Una vez llegado a Ubung, evadiendo tajantemente a los oportunistas que cobran comisión por llevarte a los colectivos, busqué el primero que saliera, y por IRD 75.000 me llevó derecho hasta una terminal en Banyuwangi, ferry incluido. ¿Otra opción?
Cole local de Ubung (denpasar) a Gilimanuk, 4 horas, IDR 40.000 rp. Ahí, ferry a Ketapang, ya en Java, IDR 6500 rp, 1 hora aprox. Para llegar a Banyuwangi tomar Bemo, no más de 10.000. Pedir que te dejen lo mas cerca posible del hotel Baru o Selamet (Ambos tienen hab por 85.000 a 100.000; las mas baratas no tienen ducha) INFO tomada de Nico, ayudante en planear esta etapa del viaje!

. Ir al Ijen. Dado que el inicio de la caminata está a una hora de Banyuwangi, se debe tomar algún tipo de transporte. En todos los casos, asegurarse de que el precio final incluya transporte ida y vuelta; uno no querría bajar de 8hs de caminata y encontrarse sin un vehículo de vuelta al hogar y a la ducha. Las opciones, entonces, son Ojek a 300.000 para una persona, o un Jeep, que yo pagué 350.000 pero por tener dato de una amiga local de CS; sino puede costar entre 400.000 y 500.000, para 4 a 6 personas si no me equivoco. Los precios ya incluyen el ticket de entrada, que es 15.000 más 30.000 por ir con cámara fotográfica.
No olvidar llevar abrigo (pantalones largos, buzo y rompe viento, es lo que llevé yo... otra gente llevó aún más cosas), linterna (preferiblemente una headtorch para tener las manos libres), agua, y algo para cubrir la boca y nariz del humo.

. Llegar a Bromo.
1. Bus de Banyuwangi a Probolinggo: IDR 30.000. Puede tardar entre 5 y 7hrs.
2. MiniBus de Probolinggo a Cemoro Lawang: IDR 35.000. Tarda aprox una hora. Sólo hay minibus público, los de color azul, hasta las 4pm; luego sólo queda esperar los ShuttleBus de las agencias, que cobran entre 40.000 y 50.000 y como me pasó a mi, hay que esperar que lleguen contingentes de Yogyakarta para unirse en su bus.

. Hostel en Bromo. Hay una escasa variedad, ubicandose los más accesibles en la cima del pueblo. Por IDR 150.000 cama doble sin desayuno y sin wifi, sólo cama y agua caliente, me hospedé en Yogi, que está junto a Café Lava, a IDR 175.000. Nuevamente, llevar el mismo equipo que en el Ijen, las condiciones son similares. Eso si, en algunos lugares alquilan camperas a 20.000.

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