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Singapur, una diminuta y variopinta Ciudad-Estado

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29/05 al 03/06.
6 días, 5 noches.

1 u$s - 1,245 Singapore Dollar



Vuelta al ruedo, vuelta a viajar. A ser un backpacker nuevamente! Ya en el avión se me vio muy concentrado en el viaje, planeando e ideando; de las 11.35hs que duró el viaje, debo haber dormido fácil la mitad del trayecto. Ningún remordimiento. Y se formó tremenda pareja con el singapureño de al lado, fuimos el dúo dinámico de la dormilona; el habrá estado despierto apenas dos horas. Fuimos la envidia del avión.

Llegados a la ciudad-estado de Singapur, se sigue sintiendo que estoy en el 1er mundo; mucha pulcritud, mucho orden, mucho respeto. Una ciudad que rebosa de edificios altos, que acercandose al sector céntrico, se vuelven ejemplos inequívocos de que si juntás plata y buenos arquitectos, podes tener una ciudad con bellisimas construcciones, y una urbanización impecable -al menos a ojos míos... habrá que ver qué dice un arquitecto-. Repleto de espacios verdes, tanto plazas pequeñas como tres enormes jardines botánicos; edificios altísimos con parques con árboles, que conectan distintas torres; mucho espacio para caminar por la calle, producto de diseños arquitectónicos que dejan lugar libre en las plantas bajas, para facilitarle la vida al peatón. No hubo día en que no descubrí un nuevo edificio que me sorprendía y al cual le sacaba fotos para mostrarle a mi hermano el arquitecto. Por otro lado, recién al 3er día vi una casa, en un barrio, algo que llegué a pensar que no existiría, rodeado de tanta monumentalidad.

Y un capitulo a parte merecería el sector hiper turístico compuesto por Marina Bay -un hotel de tres torres, coronado por una plataforma en el piso 57, que se despliega en forma de barco-, The Merlion -una ecléctica escultura de un pez-león-, y una larga hilera de edificions iluminados frente al agua, que juntos dan una bellísima imagen nocturna.

Little India, Chinatown, Isla Sentosa, Botanic Gardens, Gardens by The Bay, todos lugares a los que fui y recomendaría ir.





Más allá de las evidentes diferencias culturales, estéticas, y otras cosas más, volver a Singapur, en cierta manera, se sintió como volver a casa. Hay ruidos, hay olores, hay vida nocturna hasta en un día de semana, hay gente con camisetas de fútbol, hay vida. Me resulta imposible no seguir comparando con NZ, y creo que esa es la razón por la cual aún llegando a un país tan distinto al propio, vuelvo a sentirme un poquito más cerca de "lo mío". Pude salir a comer después de las 9pm sin preocuparme por conseguir algo para comer más que un Pizza Hut o un Mac.

Ya en 5 días comi una gran variedad de comidas orientales, mayoritariamente compuestas de arroz con... algo. En algunos casos supe de que estaba compuesto ese algo, en otros casos... bueno, pues no. Tuve la fortuna de enterarme de un templo budista (gracias al blog Marcando El Polo), "The Buddhist Lodge" (17, Kim Yam Road), que da comida gratis durante el día. Si, gratis; no sólo sin pedir nada a cambio, sino que te invitan, te ayudan, te guían, te explican. Excéntrico esto de comer gratis en un lugar, con un buda de como 10 metros casi al lado. Y luego, las meriendas y cenas las repartí en diversos puestitos de comida, ubicados por lo general en lo que llaman "Hawker Centre", lo que vendría a ser centros de comida. Básicamente son espacios con decenas y decenas de pequeños puestos con diversas ofertas culinarias, china, hindú, arabe, y mucha mezcla. Esta diversidad no es únicamente gastronómica, sino que viene del increíble multiculturalismo que existe principalmente en Singapur, Malasia e Indonesia -esto es lo que se por ahora, lo que aprendí en estos días-.





Tras siglos de invasiones de diversos imperios, de períodos de immigración de distintas regiones, se generó una etnia-cultura-gentilicio (sinceramente no se cómo llamarlo... voy a tener que consultar con mis amigas antropólogas) llamada PERANAKAN. Se puede ser Peranakan de Java, Hokkien, hindú, malayo, y más. Y esta... gente, posee una increíble mezcla cultural, religiosa, y también, como decía, la que más estoy apreciando por el momento, gastronómica.

Indemne como venía mi apreciación culinaria, después de 2 días de que mi estómago soportara estoica y calladamente los continuos embates de currys, picantes y sabores distintos, el 3er día vino a despertarme la realidad de que no soy de acá. Soy apenas un humilde argentino que gustó siempre de estas comidas orientales, pero que debe, ante todo, respetar la furia del picante, la potencia del curry, la ira de esas salsitas gustosas sin-nombre. Digamos que tuve que llevar a cabo un acto de humildad por decirlo así, y volver a comer más livianito, menos variado, con menos picante, más hidratos de carbono, y hoy en Johor Bahru, ya en Malasia, un buen combo de MacDonalds -eso si, no pude evitar ponerle una salsita picante a las papas-.





Me tomó unas jornadas el caer en la cuenta de que ya estoy nuevamente de viaje, haciendo turismo, probando nuevas cosas, disponiendo completamente de mi tiempo, sin pensar en que tengo que trabajar más tarde, al día siguiente, o la otra semana. Ahora es tiempo de disfrutar. ¡Ahora la cuenta de banco no va a hacer mas que bajar!

No tardé en moverme como pez en el agua en el sector céntrico + chinatown, siempre acompañado por mi mapa de turno. El Manchester United y el Barcelona empatan en el primer puesto en cantidad de camisetas que vi que usa la gente. Pero la liga inglesa gana por afano, y luego la española. Y en categoría de selecciones nacionales, creo que viene peleado entre España y Argentina, y luego Alemania. Y resulta muy curioso ver gente local con la casaca de Messi, o la de Argentina, o hasta incluso un botinero argento!!!

Otra peculiaridad que salta a la vista al caminar por las calles, es que una gran mayoría de l@s model@s de publicidad gráfica son... occidentales! Claro que hay también de los locales, pero muchos son de ojos...... redondos? No rasgados? Nuevamente me encuentro en problemas linguisticos, y al estar escribiendo en el cole de Johor Bahru a Malacca (Malasia), no tengo al amigo google para la duda.

En fin. Singapur me ha gustado mas de lo que esperaba. Los backpackers se quedan apenas un par de días normalmente, huyendo de los altos precios, para continuar en otros países mas bondadosos con el bolsillo cocodrilesco de los jóvenes viajeros. Pero pudiendo resolver el tema monetario, me encontré con un país con varias cosas para ver, que amerita quedarse al menos 3 días completos.





¿Como solucioné el tema monetario? No sólo almorzando gratis; volví a hacer uso de Couch Surfing, es decir, dormir en el hogar de alguien, y gratis.

La 4ta y 5ta noche la pasamos en la casa de Wasif. Bah, casa, en realidad dormimos y vivimos en su habitación. Más allá de no estar muy cómodos, nuestro anfitrión tuo muy buena onda y nos tiro info de qué hacer y a donde ir, y nos dio la llave de su hogar sin ningun atisbo de duda. Wasif es del sureste de India, y está hace un año trabajando en Singapur, porque labura mejor y gana más plata. No parece tener muchos amigos aún, se la pasa viendo cricket y tenis o leyendo noticias sobre dichos deportes en la red.

Las primeras 3 noches estuvimos con Eze en la casa de Kuniaki Tokura y Le Rong (nombre chino) o Jennifer (nomnbre occidental); el de Japón, ella de Singapur. Una pareja de excelentes personas, hiper amigables, y buenos anfitriones. Más que peculiar el dato de que fuimos los argentinos numero 148 y 149 en hospedarnos en su casa, y llegando casi a 1500 en el numero de couchsurfers que tuvieron en su hogar. Unos verdaderos ejemplos del espíritu CS. La primer noche estuvimos junto a un sueco y un canadiense que partirían a Kuala Lumpur, uno a seguir viajando, otro a viajar en moto por Sudamerica; y luego tuvimos la habitación para nosotros sólos. Kuni y Jenni son fanas de Argentina, toman mate, y tienen resguardados 14 kilos de yerba, porque antes la compraban de UK, y les costaba 40 dlrs el kilo. Nos convidaron un alfajor y unos cuantos mates. Rarisimo.

Ante mi clásica pregunta de si la salud y la educación son de buena calidad, y si son de acceso público y gratis, Jenni me contó que el Estado se queda con 30 y algo por ciento del sueldo, y básicamente te obliga a ahorrar para que ante la necesidad, pagues por atención médica, para comprar un departamento o auto, para educación propia o de tus hijos. Ante esto, parece que hay un no pequeño número de gente que se queja de que no pueden acceder libremente al dinero ganado, fruto de mucho mucho sudor -hace muchisimo calor en Singapur!!!-. Y a destacar el hecho de que con este procedimiento, el Estado de Singapur actúa como un banco, y por lo que me cuenta Jenni, hace uso de esa plata para re invertir -aparentemente correctamente- en obras públicas u otros gastos requeridos. La gente se queja de esto también, pero por lo que se ve de afuera, Singapur es un país manejado a la perfección en lo económico.

No obstante, socialmente se ven como dos opuestos: por un lado la clase obrera, que vive en edificios no tan lindos pero más que adecuados para vivir dignamente, y que nada tienen que ver con las horrorosas y hacinadísimas viviendas públicas que tenemos en Argentina; y por el otro, la gente más acomodada, que parece ser un gran número de la población, y que se nota apenas llegado al país, que tiene un alto nivel de consumo y superficialidad. No dista mucho probablemente de las clases acomodadas de otros países, pero a la vez es notoria la inmensa pero inmensa cantidad de shoppings que hay. Mucha moda, mucha marca. Desde que estuve en nosequecalle en Paris que no veía tantas marcas top en el mismo lugar. Y si existen, es porque se las consume.





Y es en torno a estos sectores de altas marcas, y de bellas construcciones, donde más occidentales se encuentran. Da la sensación, por cómo se visten, cómo se mueven, cómo hablan, que todo occidental que encontrás en Singapur -no los backpackers obvio-, es de la clase alta. No se encuentran muchos, pero los hay, y generalmente muy bien vestidos, y en zonas paquetas. No debe ser casualidad, seguramente, que el lugar donde más occidentales vimos fue en los Botanic Gardens, un domingo por la tarde,  a donde caimos por azar con Eze, sólo para pasear. Resulta que esa tarde había un recital de jazz gratis y al aire libre, cual rosedal en Buenos Aires.

Hermoso momento aquel, viendo jazz en ese bellisimo parque singapureño, rodeados de una frondosa arboleda, y darte cuenta de que tenés más en común con el chino que te cocina el almuerzo que con la francesa pseudo-Yoko-Ono que en sus espasmódicos movimientos nos contaba lo espectacularmente bello que le había resultado ver polo en Argentina.

En fin... el cole se acerca a la ciudad de Malacca (o Melaka, aún me resta averiguar cual es el nombre apropiado) y quiero disfrutar de la vista.





Adiós Singapur, fue un gusto.
Hola Malasia.



1 comentarios:

  1. y las fotoss?!!! aprovecha para bucear por ahí que debe ser alucinante!!
    Abrazo!!

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